Existen esencialmente tres tácticas para planificar la vida útil de un producto:
- Obsolescencia de calidad, por la cual el producto queda inservible o desgastado. Una máxima en este campo es que la vida útil de un producto viene limitada por la durabilidad de la pieza más débil. Durante el desarrollo del mítico modelo T, Ford instruyó a sus ingenieros para recorrer los cementerios de automóviles de todo el país y averiguar qué piezas estaban en buen estado. Éstas debían ser sustituidas por otras peores en los modelos nuevos.
- Obsolescencia de función, por la que el producto queda desplazado por otro que ejecuta mejor su función. A finales de los 50, diez millones de estadounidenses eran propietarios de fonógrafos monoaurales relativamente nuevos, y la demanda disminuía. Era el momento de sacar una novedad (una patente con casi 20 años de antigüedad) que permitía el sonido estereofónico y dejaba anticuados los aparatos de sonido “mono”.
- Obsolescencia de atractivo, por la que el producto se diseña con una marcada línea estética con lo cual estará “pasado de moda” cuando la tendencia estética predominante cambie. Veamos.
Entrada creada por Pablo Aznar (Equipo de Redacción de @noobsolescencia)
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