miércoles, 21 de mayo de 2014

LA AVARICIA DEL HOMBRE ASESINO

¿Qué es la Obsolescencia Programada?- se preguntaban los habitantes del mundo hace 40 años. No, no se lo preguntaban. Es absolutamente imposible que se lo preguntasen. Ni siquiera conocían la existencia de tal fenómeno. Jamás se les hubiera pasado por la cabeza que una persona con una inteligencia media fuera capaz de acortar la vida a un pequeño instrumento electrónico. ¿Por qué? La respuesta está clara. Antes se buscaba el avance tecnológico, se buscaba el prestigio público. En otras palabras, se buscaba la fama innovando en utensilios buenos y duraderos que hiciesen la vida más sencilla a las personas. 

Se sabía que la empresa que consiguiese crear los productos más resistentes del mercado sería una empresa con buena reputación y que por tanto, vendería más, siempre y cuando no estableciese precios abusivos para los clientes. Muchas empresas fabricantes alcanzaron una fama abrumadora debido a la duración de sus productos y a su buen funcionamiento; incluso si un producto se estropeaba siempre había gente (incluido el mismo fabricante) listo para repararlo. 

Todo lo anterior no es referido  solo a artículos electrónicos, de la misma manera me refiero a útiles de la vida cotidiana como un tenedor, unos calcetines... Se llegaron a crear productos prácticamente irrompibles. Un buen ejemplo de ello fueron las medias de mujer que incluso se llegaron a utilizar para soportar grandes pesos porque parecían no romperse nunca.

Pero el ser humano, es un monstruo despreciable, egoísta, malo..., el hombre no tiene estos defectos por naturaleza, sino que es la sociedad quien los reúne, y que por tanto la persona al sentirlas en todo momento a su alrededor, los entiende como buenos y los acepta como suyos. De esta manera, seremos incapaces de prosperar y tan sólo estaremos capacitados para ir hacia atrás en el tiempo sin necesidad de máquina alguna.

Así pues, con el transcurso del tiempo se ha logrado acabar con la mentalidad humana del pasado respecto a la relación de confianza entre empresas y clientes, pues muchas de ellas son todo aquello que los hombres y mujeres de hace 40 años eran incapaces de asimilar, es decir, empresarios capaces de acortar la vida de las cosas con el fin de vender más y más y acumular de esta manera las mayores fortunas posibles, acabando por completo con el prototipo de empresa del pasado, buena y generosa con los clientes.

El empresario (persona como todas las demás pero que ha ganado poder debido a una buena herencia y/o pisoteando a otras empresas y por supuesto a sus clientes para conseguir una gran cantidad de dinero) ha hecho todo lo posible por lograr acaparar los mejores porcentajes de ventas matando a sus productos precozmente. No es extraño que se contrate a personal altamente cualificado ( físicos, químicos, ingenieros...), para que con complicados cálculos encuentren la fórmula de cómo poder rebajar la vida a un objeto. Los resultados finales han sido la implantación de taras premeditadas, microchips y la utilización de otras artimañas que garanticen la expiración del artículo o el descenso de su calidad.

Ahora nos podríamos hacer una pregunta: ¿Podemos utilizar este despropósito del hombre para que mediante un efecto rebote podamos diseñar, crear y fabricar productos tal y como nuestros medios y conocimientos nos permiten?

Si fuimos tan inteligentes como para producir un desastre de tales dimensiones a escala mundial, ¿Lo volveríamos a ser si a nuestra especie le interesase retomar el camino primitivo, sin olvidarnos de aplicar todas y cada una de las mejoras descubiertas hasta hoy por los científicos?

En el momento que eso ocurra, podremos sentirnos orgullosos de nosotros mismos y del mismo modo llegaremos a estar al nivel de nuestros antepasados, que llegaron a derramar su propia sangre para darnos lo mejor a las generaciones del presente y a las futuras.

Escrito por Rubén Mateo (Jefe de Equipo de Relaciones Públicas de @noobsolescencia)

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